lunes, 28 de abril de 2008

INTELECTUALES "ARGENTINOS" DE LA COLONIZACION CULTURAL MARXISTA-LIBERAL EN EL SIGLO XXI



Comenzamos el presente posteo transcribiendo una precisa definición de Arturo Jauretche de lo que, a lo largo de la historia argentina, representaron los intelectuales en la cultura y la política criollas. Dice así:

"[Los intelectuales] primero estudian el catálogo y después clasifican por analogía lo que ven en su país. En cuanto hay una pueblada, porque revientan las cinchas artificiales que otros doctores le han puesto a la realidad, andan como los chicos buscando figuritas difíciles, para nominarlas. Y una vez que le han puesto nombre se quedan lo más satisfechos, mano sobre mano, porque ya lo saben todo. La última moda es llamarle nipo-nazi-fasci-falanjo, etc., a lo que no entienden. Ahora hay otra palabrita que va a hacer furor: "cripto". ¡Linda palabra! ¿No?

"Además son de mala índole. Les gusta empujar para que otros peleen. Me acuerdo de la carta de Juan Cruz Varela a Lavalle aconsejándole el fusilamiento de Dorrego. Después esconden la mano. "Cartas como ésta se destruyen", le decía... Ahora es Ghioldi -que se disfraza de político pero es intelectual, aunque a éstos les duela- el que dice que "se acabó la leche de la clemencia" y aconseja fusilar. Estos socialistas, de tanto ordeñar el presupuesto, no ven más que leche por todos lados; ¡hasta en la sangre!". Y termina señalando Jauretche:

"A los intelectuales le gusta empujar para que peleen los hombres. Pero hay que cuidarse de ellos. Son como esos chicos que a la salida de la escuela se andan ofreciendo para tener el saco. Pero no les vayan a tocar un pelo porque entonces gritan a coro, los de uno y otro lado. Ellos empujan al militar y al zapatero, les llenan la cabeza de chismes al marino y al trabajador, al patrón y al peón, y cuando la gente entra a matarse, ellos tienen "coronita". ¡Al intelectual no!, gritan, como quien dice: las mujeres y los niños primero. ¡Los privilegiados de la inteligencia! Y la tierra se va cerrando sobre los que ellos empujaron. Muy casual que salga un hombre, de entre esos, pidiendo un cuchillo. Ellos están a la retaguardia, de boletineros. Eso sí, para pegar en el suelo son como mandados...".

¿Quién puede poner en duda a uno de los mejores pensadores argentinos como lo fue Arturo Jauretche cuando, entre otros temas, habla sobre el papel del intelectual puro en un capítulo de su obra "Los Profetas del Odio y la Yapa"? La historia de los primeros años del siglo XXI demuestra, casi como un calco de épocas pasadas, que quienes tienen en sus manos el fomento de las ideas que una sociedad toma para sí, o le han hecho bien o la han condenado a su fracaso moral y, por ende, a su triste degradación y putrefacción.

En el imaginario popular quedó la amarga y cierta impresión de que durante el infame menemismo los intelectuales brillaron por su ausencia y avalaron el estado individualista y materialista al que cayó la población de entonces. Tiempo más atrás, bajo la administración del masón Raúl Ricardo Alfonsín, los intelectuales locales provinieron de Europa, luego de intentar subvertir al pueblo argentino en los años 60 y 70, y que vuelta la democracia liberal-marxista optaron por una táctica silenciosa y no muy bien entendida por muchos: el gramscismo. Esta tendencia intelectual, que el liberalismo del traidor Carlos Saúl Menem no combatió, sino que, por el contrario, dejó que siga su discreto andar, está dando sus frutos bajo la administración Kirchner-Fernández Wilhelm, conjuntamente cuando se acrecentaron la anarquía y la falta de respeto a la autoridad y las jerarquías de toda índole.


TORCUATO DI TELLA, DELINCUENTE HOMBRE DE LA CULTURA INTELECTUAL ANTINACIONAL

Torcuato Di Tella era un 'niño bien' que fue puesto como secretario de Cultura de la Nación en 2003 cuando el país ungió como presidente al entonces candidato de Eduardo Alberto "papá porro" Duhalde: Néstor Carlos Kirchner. La nueva administración puso pocos reparos para defender la cultura nacional: no había transcurrido un año de que Torcuato Di Tella asumió la máxima función cultural del país, cuando hizo unas declaraciones abominables. Dijo: "la cultura no tiene prioridad para el Gobierno ni para mí"... Esto lo dijo durante una entrevista que mantuvo con el periodista Jesús A. Cornejo del periódico "La Nación" en mayo de 2004.

Este exponente de la pedagogía colonial afirmaba por entonces: “La verdad, dentro de todos los problemas por los que atraviesa el país, la Cultura, con C mayúscula, no tiene prioridad. No tiene prioridad para el Gobierno y tampoco la tiene para mí. Con respecto a otros temas, la cultura es el gallinero de una casa que se quema”. Y continuó diciendo el delincuente y por entones secretario de Cultura de la Nación: “Creo que el Presidente tiene otras prioridades. Por eso, en un gobierno con tantos temas por solucionar, el país se convierte en una casa que se quema y la cultura es el gallinero del fondo...”. Torcuato Di Tella, recordemos, proviene de una de esas familias de “apellido importante” que poco y nada aportó a la Patria: un tío suyo, Guido Di Tella, fue el ministro de Relaciones Exteriores del agente internacional Carlos Saúl Menem, y quien promovió las relaciones carnales con el imperio de los Estados Unidos. Y como familia pudiente, su sobrino se resguarda en su lujoso departamento de la avenida Del Libertador al 3100, en el barrio de Palermo, al tiempo que puso todo su énfasis en embrutecer al pueblo argentino con una práctica intelectual gramsciana para la lucha de clases fraticida. Es innegable que la falta de educación y cultura es un disparador, tanto como el malestar económico, para que un enfrentamiento se desarrolle, se libre.

Torcuato Di Tella es, entonces, un exquisito criminal de ideas iluministas de la intelectualidad postiza que envenena con sus ideas al hombre común y corriente que ama a su Patria. Acaso podríamos agregar que se trató, mientras duró en el cargo que le cupo, de una imagen bien definida de lo que aportó el kirchnerismo en estos últimos años: atraso y profundización colonialista. Pero no fue el único, como veremos a continuación.


LUIS ANGEL D'ELIA… ¡UN INTELECTUAL POR AQUÍ!

Luis Ángel D'Elía junto a delincuentes subversivos marxistas de los 60 y 70: atrás, en el medio, Eduardo Yasbec Jozami, uno de los fundadores de los Comandos Populares de Liberación (CPL) y, sentado junto a D'Elía, Miguel Ángel "cogote" Bonasso... ¿Todos sujetos de una ética envidiable?

Recientemente elegido como interventor del COMFER (Comisión Federal de Radiodifusión) tras la renuncia de Julio Bárbaro, Gabriel Mariotto empeoró la pálida imagen de Patria que poseen los intelectuales o, como se los llama a menudo, “hombres de la cultura”.

Casi a mediados de abril de 2008 dijo que
“para mí, D’Elía es una persona con una gran formación intelectual, que tiene un formato muy tosco”… A ver, si los iluminados intelectuales son, a la luz de los conocimientos universales, hombres de refinada cultura, ¡qué habría que decir de un hombre de choque como Luis Ángel D’Elía, pues! O sea, como se ve, la anarquía dominante aún desprestigia a quienes la fomentan. Entonces no estaría mal decir que si en un país la cultura no tiene prioridad, como sentenciaba Torcuato Di Tella en 2004, hasta el concepto mismo de lo que es un intelectual cae en un desprestigio atroz, porque el mismo obtiene dicha denominación aún cuando se trate de un hombre que actúa en una fuerza de choque paraestatal, pegue trompadas, tome comisarías y sea un funcionario ladrón.

El funcionario Mariotto siguió diciendo:
“[D’Elía] es un hombre con una gran preparación intelectual. Lo que pasa es que hay un prejuicio estético en algunas producciones de TV. Quieren poner a ese hombre tosco, más allá de su gran capacidad intelectual, junto con la reflexión del diputado Iglesias. Entonces generan ese viejo apotegma descalificador de la Argentina, que es civilización o barbarie. Tan simple como eso. Buscan que el observador medio urbano, antes de escuchar, pueda aplicar el juicio estético, no el juicio ético. Es un atractivo de D’Elía. Nadie lo llama por su intelecto, sino por su formato”. Mariotto desestima al pueblo, a su imaginario, que siempre tiene razón. Nada ético puede tener el funcionario piquetero D’Elía si casi siempre optó por el destrozo de las instituciones o del orden público.
En fin, en pleno siglo XXI el rol de los intelectuales ha dado para todo, menos para servir a su tierra. Y si Luis Ángel D’Elía posee una gran preparación intelectual, como dicen, Carlos Saúl Menem fue un patriota…

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