domingo, 19 de octubre de 2008

CRITICA DEL POR QUE LAS FF.AA. NO CUENTAN TODO LO QUE SABEN DE LOS AÑOS 70

La colaboración del delincuente subversivo marxista Horacio "perro" Verbitsky con la Fuerza Aérea Argentina en plena dictadura militar liberal. Imagen gentileza portal Seprin.

Si tuviéramos que hacer un análisis sobre cómo anda el tema de los derechos humanos en Argentina, ubicándonos en el presente, podríamos darnos cuenta de que la imparcialidad ya no es total, y que algunos de los muertos olvidados de los años sangrientos comienzan a ser tenidos en cuenta a la hora de señalar una injusticia o un acto de lesa humanidad.

Con gratitud hemos visto, el pasado 25 de setiembre y días sucesivos, lo que podemos dar en llamar como una condena total a los delincuentes subversivos que cegaron la vida del dirigente metalúrgico José Ignacio Rucci en 1973. Un poco antes, alrededor de 2007, veíamos la tibia reivindicación que asomaba en torno a otro asesinato vil como el del teniente coronel Argentino del Valle Larrabure, a manos del ERP. Y aunque cuantitativamente son los dos casos que más trascendencia tuvieron en los medios, todavía queda mucho camino por recorrer, porque de acuerdo a los distintos cálculos estimados, la subversión marxista se llevó la vida de entre 700 y 1200 personas. Como se vé, la justicia para este lado de la pasada guerra entre argentinos aún es ínfima, pero algunos cambios de actitudes se están empezando a notar.

De todas maneras, las fuerzas armadas siguen en caída libre, ante lo cual podríamos asegurar que el marxismo parece haber logrado su ansiado cometido. Queremos decir con esto que, más allá de cualquier revés judicial que pueda sufrir un ex montonero o erpiano enquistado en la función pública, los uniformados se sienten extraviados, desmoralizados, presionados, con internas feroces y bajo el supremo mando de una intocable: Nilda Celia Garré, la ministra de Defensa de la Nación, ex conspicua forajida subversiva que en pleno siglo XXI cuenta con todo el apoyo de gobiernos del exterior, sean éstos de la tendencia que fuera. Pero, además, como hemos escuchado decir por allí, en las filas de las FF.AA. se perdió el espíritu de cuerpo, condición esencial de todo soldado, marino y aeronáutico.

En charlas que de tanto en tanto solemos tener con antiguos oficiales del Ejército Argentino, es notorio este cambio de actitud y compromiso entre el soldado de ayer y el del presente. Un ex teniente coronel, cada vez que nos encontramos, dice que "hay que fundar un nuevo ejército porque este ya no va más". Y es una persona que sigue teniendo contactos con la fuerza, ¿eh?, y sabe qué y cómo están pasando las cosas allí dentro.

Algunos desinformados o ilusionistas comentan por lo bajo que "las fuerzas armadas en cuanto suba otro gobierno, se levantan...", en clara alusión a que como la administración Kirchner-Fernández Wilhelm es antimilitarista de alma, cuando asuma un próximo gobierno que sea de otra tendencia más benévola hacia las FF.AA., éstas volverán a un viejo esplendor que ahora se ve lejano y borroso. Pero se olvidan quienes ésto argumentan que, por ejemplo, Carlos Saúl Menem, que de comunista, socialista o progresista no tenía un pelo, contribuyó a la postración de las FF.AA. atacándolas con una disminución monstruosa del presupuesto y, además, con la quita oportuna del Servicio Militar Obligatorio. Y a ello le agregamos el involucramiento de no pocos militares que, de 1989 a 1999, se dejaron llevar por los innumerables casos de corrupción, adhiriendo a los mismos como ser el contrabando de armas a Croacia y Ecuador o el terrible atentado y voladura de la fábrica militar de Río Tercero, provincia de Córdoba, en 1995.


LO QUE EL PROCESO NOS DEJO...

Todos comprendemos que el accionar de la subversión, pacientemente preparada y entrenada en otras latitudes para tal efecto, desencadenó la implacable y, por momentos, excesiva reacción de las fuerzas armadas en una justa guerra antisubversiva que se extendió por muchos años, y cuyas secuelas siguen dando que hablar. Pero por otro lado, no hemos oído opiniones adversas para con un Jorge Rafael Videla, un Eduardo Emilio Massera o un José Alfredo Martínez de Hoz, por tirar algunos nombres, que provengan de las propias fuerzas armadas. Apenas sí se oyen comentarios por lo bajo, cautelosos, en algún cóctel u homenaje de vaya uno a saber.

Al adentrarnos en la historia de aquellos años, nos encontramos con que la dirigencia del Proceso de Reorganización Nacional entregó la economía nacional a la depredación de la economía mundial, que por entonces iba preparando el terreno para lograr el debilitamiento de los Estados Nacionales de los países periféricos. Fue el puntapié inicial de lo que años más tarde se coronó con el "Consenso de Washington" cuando la etapa de entrega menemista.

En lo económico, habían desaparecido los 'cuentapropistas', es decir, los trabajadores que tenían una vida económica sin estar en relación de dependencia, y la misma suerte corrieron las chicas y medianas empresas nacionales, que no pudieron resistir la indiscriminada apertura comercial de productor provenientes del Lejano Oriente (China, Taiwán, etc.) y otros destinos más. Bajo las especulativas reglas del liberalismo aplicado por Martínez de Hoz y Roberto Alemann, la orgullosa empresa YPF quedaba convertida en una inigualable quimera de plata cuya finalidad habría de ser su privatización. El fallecido general Suárez Mason, puesto por la junta militar como interventor de YPF, agrandó allí sus arcas personales, al tiempo que ayudó a sus hermanos masones de la logia Propaganda Due (P-2) en el mismo sentido.

¿Por qué nada se dice de las millonarias transacciones comerciales de trigo que hicieron entre sí el liberal Proceso de Reorganización Nacional y el régimen marxista de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas)? ¿O era, como creemos, un mito bien armado el de la "Guerra Fría"? Observemos la siguiente nota publicada en el periódico "La Nación" del sábado 5 de junio de 1982, página 8, en plena guerra de Malvinas:


"NUEVAS COMPRAS DE GRANOS DE LA URSS

En declaraciones formuladas a la prensa el jueves último, el ministro de Economía, doctor Roberto Alemann, informó que las gestiones realizadas por el subsecretario de Agricultura, Lic. David Lacroze, en la Unión Soviética, permiten anticipar una venta de 2 millones de toneladas más de granos a ese país, al margen de lo ya pactado.

Al finalizar sus conversaciones en Moscú, el funcionario argentino, que se reunió con los responsables del comercio exterior soviético, no formuló declaraciones. Expresó que deseaba informar al ministro Alemann en Buenos Aires antes de suministrar detalles de lo conversado en la capital soviética.

Lacroze se reunió con los viceministros de Comercio Exterior, Boris Gordevev y Alexei Manzhulo, y con representantes de Exportkhieb, la empresa encargada de las compras de granos soviéticas.

El subsecretario de Agricultura argentino partió ayer mismo de Moscú hacia Francfort desde donde emprenderá el regreso a nuestro país."


En la misma edición del periódico, leemos en otra nota: "Los principales compradores de carnes enfriadas y congeladas en lo que va del año son la Unión Soviética con 47.200 toneladas, Egipto con 44.200 y luego los países de la Comunidad Económica Europea que en conjunto suman 30.000 toneladas". Tan abultadas sumas de dineros provenientes de una amistosa comercialización entre dos regímenes supuestamente enemigos, tuvo, como veremos inmediatamente, consecuencias a nivel político que no muchas personas saben.

Hacia 1978 y 1979, la ofensiva militar dejó prácticamente desarmadas las estructuras de las organizaciones terroristas que asolaron el país durante años, pero por obra de la casualidad, varios de los cabecillas subversivos habían quedado con vida, más aún, habían podido 'escapar' hacia destinos tan dispares como Europa, el resto de América o el Medio Oriente. Así, de tal modo, Enrique "gungo" Gorriarán Merlo en 1979 andaba como mercenario del marxismo internacional ofreciendo sus servicios en Nicaragua, junto al FSL (Frente Sandinista de Liberación). Sin embargo, quería ver si tenía alguna chance más de venir a combatir a la Argentina, a seguir matando aquí.
Una joya del archivo: Miriam Lewin retratada en setiembre de 1979 como funcionaria del Ministerio de Bienestar Social del proceso militar liberal. Nótese el embarazo que presenta. Continuó trabajando allí hasta marzo de 1981, cobrando su respectivo sueldo de empleada. Luego, en vez de irse al "paraíso socialista" de Cuba optó por pasar una vida tranquila en la ultracapitalista ciudad de Nueva York, en Estados Unidos...

En la obra "Santucho. Entre la Inteligencia y las Armas" de Eugenio Méndez, en la página 243 se lee esto: "Por los acuerdos de la Junta Militar y la Unión Soviética en la venta de granos, Cuba la impidió efectuar [a Gorriarán Merlo] cualquier acción armada contra el gobierno militar". ¿Por qué ningún militar de ayer y hoy sale a decir esto? ¿Qué grado de complicidad esconde el silencio de los hombres de las propias fuerzas armadas que no divulgan abiertamente este tipo inexplicable de hechos?


UNA TAL MIRIAM LILIANA LEWIN

Fustigadora a ultranza de todo lo que tenga que ver con las fuerzas armadas argentinas, la hebrea y ahora periodista "de investigación" Miriam Lewin se encargó de llevar a la cárcel a muchos militares sin que se levante la voz para desnudar no solamente su pasado como subversiva sino también su paso por la administración pública de la última dictadura militar.

Para que mejor se entienda: mientras que en diciembre de 1976 Miriam Lewin era promovida a 'soldado' del Ejército Montonero y encargada de impartir instrucción militar en uso de armas cortas y explosivos a cuadros medios y bajos de la Columna Oeste de Montoneros, para mediados de 1979, y luego de su captura, Miriam Lewin es colocada como empleada con sueldo y todo en el Ministerio de Bienestar Social; entonces estaba embarazada de otro delincuente subversivo llamado Carlos García (Nombre de Guerra: "Roque"), a quien la Armada Argentina liberó sin molestarlo.

Al presente, Miriam Lewin tiene rienda suelta para humillar a las FF.AA., y gran culpa de ello la tienen los propios militares, que silencian las evidentes pruebas existentes de la colaboración que brindó la terrorista Lewin cuando fue detenida en 1977. ¿Qué podría decir la "periodista" Miriam Lewin si los propios militares sacan los archivos que tienen sobre los años de plomo y se descubriera que Lewin terminó colaborando y siendo funcionaria durante el Proceso de Reorganización Nacional?

El caso de Lewin es, quizás, uno de los más emblemáticos, como también lo sería el de Horacio "perro" Verbitsky, aquel oscuro hebreo que en 1979 colaboró con el comodoro Juan José Güiraldes en el libro "El Poder Aéreo de los Argentinos". Véase en la imagen que da comienzo a este posteo, el subsidio que recibió Verbitsky a finales de 1978, justamente en tiempos en que se desempeñaba en el aparato de Inteligencia de la Organización Montoneros...

Si quieren las fuerzas armadas recuperar algo de su dignidad, primero tienen que sincerarse ellos mismos y, de forma inmediata, dar a conocer al pueblo argentino cómo mienten sus detractores, los cuales, como en estos dos simples ejemplos de Miriam Lewin y Horacio Verbitsky, incluso han prestado su tiempo para acompañarlas en el período negro del gobierno de facto.

Podemos llegar a pensar que, de saberse el caso de la procedencia de Mario Eduardo Firmenich y la verdadera versión sobre la muerte por un paro cardíaco del teniente general Pedro Eugenio Aramburu en 1970, el cúmulo de ideas que inspiraron la reacción de las fuerzas armadas para reprimir a la subversión quedaría seriamente dañado y comprometido. ¿O cómo creen que caería saber que el núcleo fundacional de lo que más tarde fue Montoneros se originó en el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Argentino?

Portada de la desaparecida publicación "Somos", del 25 de abril de 1980. Las relaciones comerciales del gobierno militar liberal de Argentina con la Unión Soviética dieron por tierra con la mentira de la "Guerra Fría", y, en cambio, cristalizaron un ejemplo de lo que es la sinarquía internacional.

Mientras el Ejército, la Armada y la Aeronáutica no saquen a relucir la verdad que contienen sus jugosísimos archivos, continuarán su triste morada final, desprotegiendo la soberanía nacional ante la prepotencia extranjera -y la colaboración local- que vendrán por nuestras tierras fértiles. Y, además, deben tener el coraje de desenmascarar a las cúpulas militares que en el pasado hipotecaron la moral y la ética de los soldados argentinos del presente y del futuro.

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